Los peligros de los ecologistas

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Han pasado más de 25 años de la muerte de Chico Mendes, el humilde cauchero que se convirtió en símbolo internacional de la defensa del medio ambiente. Y Brasil, el país donde fue asesinado por intentar que los especuladores no destrozaran la Amazonia, sigue siendo el lugar más peligroso del mundo para los activistas del ecologismo.

Un informe de la ONG Global Witness, ha recopilado los asesinatos de defensores del medio ambiente en todo el mundo entre 2002 y 2013. Su conclusión es demoledora: el número de muertes no deja de crecer. De las 908 muertes documentadas en 35 países, 448 de ellas en Brasil.

Los autores del informe reconocen que la información es esca­sa y seguramente sus datos solo muestren la punta del iceberg. Afirman, por ejemplo, que es muy probable que países africanos como Nigeria, la República Democrática del Congo, la República Centroafricana o Zimbabue también se estén viendo afectados, pero su metodología de trabajo -basada en documentación fia­ble y en la verificación de los datos por parte de socios locales- no ha permitido hacer un análisis exhaustivo.

El informe insiste en uno de los aspectos que ya destacó en 2011 la Relatora Especial de la ONU sobre la situación de los defensores de los derechos humanos, Margaret Sekaggya: la im­punidad. La organización solo tiene constancia de que se haya juzgado y condenado a 10 personas por estos más de 900 críme­nes. “Existen pocos síntomas más rotundos y obvios de la crisis ambiental mundial que un dramático repunte en el asesinato de personas corrientes que defienden los derechos sobre la tierra o el medio ambiente. En su informe, la relatora de la ONU recopiló casos de arrestos, detenciones y asesinatos de defensores de los derechos humanos que protestaban por cuestiones relacionadas con los recursos naturales y los derechos sobre la tierra. “Pertenecen en su mayoría a poblaciones indígenas y minorías», señaló. Y son “más vulnerables debido a que las áreas donde trabajan son “remotas».

Más del 80% de los asesinatos que recoge el informe corres­ponden a América Latina. Estos casos se multiplican, asegura el informe, a medida que aumenta la competencia por los recursos naturales. La deforestación de la Amazonia es buen ejemplo de ello. Después de cuatro años seguidos de descenso en la superficié arbolada perdida, en 2013 la deforestación volvió a aumentar un 28%. Los ecologistas lo atribuyeron a la relajación en las Ieyes que protegen la jungla. Según el informe, las zonas más afectadas son también las que más violencia registraron contra los activistas que tratan de evitarlo.

Cabe destacar que en muchos de estos casos son los gobiernos los que ejercen una política represiva contra su propio pueblo que lucha por mantener no sólo el ecosistema, sino su medio de vida. Y lo pagan con la vida.

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